Con profunda tristeza, el mundo ha recibido la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, quien partió a los 88 años en Roma. Su partida marca el cierre de una etapa única en la historia de la Iglesia católica, ya que fue el primer pontífice latinoamericano y un símbolo de humildad, servicio y amor universal, especialmente hacia los más necesitados.
El Papa Francisco dedicó su vida al servicio de la Iglesia y al fomento de una visión inclusiva, abogando por los pobres, la paz, y la unidad entre los pueblos. En sus últimos días, enfrentó serias complicaciones de salud, pero a pesar de ello, no dejó de ser un líder activo.
Su última aparición pública, el Domingo de Pascua, fue un testimonio de su fe y su cercanía al pueblo, al bendecir a los fieles desde su silla de ruedas y recorrer la Plaza de San Pedro en coche.
La noticia de su fallecimiento fue recibida con conmoción mundial, y los tributos de líderes de todo el mundo han llegado en avalancha.
El presidente argentino, Javier Milei, expresó su dolor y recordó la bondad y sabiduría del Papa, mientras que otros, como el presidente francés, Emmanuel Macron, lo describieron como un hombre de humildad y defensor de los más vulnerables. La comunidad internacional ha destacado su legado de paz y justicia social.
El Papa Francisco fue elegido en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, y fue el primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro, lo que marcó un punto de inflexión en la historia reciente de la Iglesia.
Durante su pontificado, promovió la inclusión de las mujeres en cargos altos y la apertura de la Iglesia hacia temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, enfrentando resistencias pero siempre con una visión de renovación.