
Santo Domingo, República Dominicana – “Te amo, mi viejito. Para siempre te amaré.” Con esas palabras cargadas de ternura y despedida, Aria Pérez, la hija colombiana del legendario merenguero Rubby Pérez, rompió el silencio en redes sociales tras la tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set.
En medio del luto nacional, su voz emergió como un susurro desde lugar de residencia en Nueva York, con mensajes que estremecen por su sinceridad y profundidad emocional
Aria es fruto de una historia de amor vivida en una playa de Colombia, cuando Rubby, recién llegado de Nueva York, conoció a una joven barranquillera que se acercó a él intrigada por el walkman que llevaba. “
Nos hicimos amigos, la invité para las fiestas y terminamos en amores”, narró el artista en una entrevista de 2024 en Tropicana FM, revelando una parte de su vida que muchos desconocían.
Tiempo después, tras terminar sus presentaciones en Barranquilla, el destino volvió a unirlos en una discoteca de Queens, Nueva York. “Entramos en amores y ella quedó embarazada”, confesó Rubby con la calidez que lo caracterizaba.
De esa unión nació Aria Pérez, su hija barranquillera, una de las cinco hijas mujeres que completaban el total de siete hijos que tuvo el artista, junto a dos varones.
Aquel día en la emisora, el intérprete de “Volveré” sorprendió a todos con una noticia que lo llenaba de alegría: su hija colombiana le había llamado para decirle que sería abuelo. “
Papi, voy a ser mamá”, le dijo, y su rostro se iluminó. “Estoy rogando a Dios que sea varón, porque ya yo estoy en la curva de la bajadita y si ella tiene un hijo varón, la va a proteger”, expresó con emoción, revelando el deseo de ver crecer su linaje y sentirse acompañado en esa nueva etapa de su vida.
El público no estaba familiarizado con la existencia de Aria, a quien también se conoce por el nombre de Casey Aline (Keisy Ailin). Pero tras la tragedia, fue su voz la que se escuchó fuerte entre los escombros del silencio. “Vamos a llorar juntos como lo hemos celebrado juntos. Te quiero, papi.
El mundo entero te ama”, escribió, junto a una imagen que mostraba un abrazo familiar, congelado en el tiempo.
Más adelante, sus palabras se volvieron más íntimas: “I love you for always, my daddy you’ll be”, “El ángel de Mase”, y finalmente: “Las palabras no son suficientes. Por favor Dios danos la fuerza para seguir adelante. Por nuestros hijos y por el otro. Te amo mi viejito”.
Colombia fue mucho más que una plaza artística para Rubby Pérez. Allí se gestaron al menos siete adaptaciones vallenatas que marcaron su carrera: “Tú vas a volar”, “No voy a llorar”, “El africano”, “Voy a beber”, “Locamente enamorado”, “Las locuras mías” y “Como a mi mamá”. En sus propias palabras: “Yo le debo casi todo a Colombia. La mayoría de mis éxitos tienen sangre colombiana.”
Hoy, ese vínculo cobra un nuevo significado. La figura del cantante no solo queda inmortalizada en el escenario del merengue, sino también en la vida de una hija que, desde otro país, lo honra con cada palabra.
“¿Sabes que yo tengo una hija colombiana?”, preguntó una vez con orgullo. Hoy, esa hija responde: “Te amo, mi viejito. Para siempre te amaré.”



