
Yenire Mena, venezolana en República Dominicana, sobrevivió al colapso de Jet Set pensando en su hijo y luchando cinco horas bajo los escombros.
«Yo aquí no me muero», eso era lo que repetía en su mente Yenire Mena, una mujer venezolana de 33 años que sobrevivió al trágico colapso del techo en la discoteca Jet Set, en Santo Domingo. En ese lugar, más de 220 personas perdieron la vida, pero ella se aferró a la vida pensando en su hijo.
Desde el hospital, Yenire contó que lo único que pensaba era que tenía que vivir por su hijo de 13 años. “Yo aquí no me muero, yo estoy aquí viva porque, ok, esto es una aventura más. Mi vida se ha caracterizado por las aventuras; mi papá siempre me hizo ver películas de acción, de McGyver, todo eso gracias a mi papá toda la vida. Y aquí no me muero. Yo tengo un hijo, ¿y qué va a pasar con mi hijo?, mi niñito de 13 años y nosotros estamos solos en este país, él y yo, ¿qué va a pasar con mi bebé? No, aquí yo de esto salgo”, explicó con emoción.
Ella había ido a la fiesta en la discoteca para celebrar su cumpleaños, justo durante una presentación del cantante de merengue Rubby Pérez. Pero la celebración se convirtió en pesadilla cuando el techo comenzó a caer.
“Recé a la Ave María, a mi Virgen del Valle de adelante para atrás, y sí, es verdad que tuve momentos de desesperanza. Me sacaron cinco horas y media después, sudaba muchísimo y sentía sangre corriéndome por la cara porque la cabeza la tengo muy rota”, contó.
Todo pasó muy rápido. Yenire vio caer un pequeño pedazo del techo cerca de su mesa y pensó en irse. “El artista estaba cantando… luego de eso, al rato, cae un pedazo del techo del tamaño de un bizcocho de Pricemart. Ahí digo: ‘wow, déjame agarrar mi cartera para irme’. Cuando hago ese movimiento, ya fue corte a escombros; o sea, yo estaba bajo tierra”.
En medio de los escombros, se apoyó sobre el cuerpo de un hombre sin saber que estaba muerto. “Me apoyé sobre ese cadáver, que no sabía que era un cadáver en ese momento… y él fue mi apoyo para poder respirar y poder vivir”.
Durante las cinco horas atrapada, gritó su nombre muchas veces para que los bomberos la encontraran. “Los bomberos preguntaban dónde estábamos, preguntando nombres… Mi cerebro siempre estuvo bien y tuve la voz para hacerlo”.
Yenire se siente muy agradecida con los bomberos, los médicos y todo el pueblo dominicano. “Estoy muy bien, muy agradecida, y mi evolución definitivamente ha sido rápida, gracias a Dios, por supuesto, pero gracias a las manos de esos doctores; yo no me imagino haber caído en mejores manos que las de este hospital”, dijo emocionada.
También habló con cariño sobre los bomberos: “unas estrellas; me explicaron absolutamente todo”. Incluso comentó que le dan ganas de cocinar arepas para todos los que la ayudaron.
Ahora que ha dado sus primeros pasos tras el accidente, dice estar lista para seguir adelante. “Puedo ir al baño sola y creo que esto es un milagro. Poco a poco, no es que pueda correr un maratón todavía, pero después de esto, corro uno”.